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Pica pica pollito…
¿Recordáis que os conté que estaba haciendo el disfraz de pollito? Bueno pues partiendo de la base de que, a dos días de la fiesta, me di cuenta de que no era pollito de lo que tenía que disfrazar a Rubén sino de patito, al final encontré un gorro amarillo al que le pegué unos ojos móviles que encontré entre mis cosas de manualidades y una especie de pico naranja que hice con fieltro.
Además mi madre cosió el ‘traje’ de fieltro amarillo en forma de saco y le metimos unas gomas arriba y abajo para que quedara fruncido. Si a esto le sumas una camiseta amarilla y unos leggins naranjas… queda perfecto.
Bueno, queda perfecto el disfraz. Porque al niño he tenido que dejarle llorando en el cole (después de un montón de tiempo sin llorar al quedarse en el cole).
Al llegar al cole nos hemos encontrado a unos compañeros en la puerta de la clase, también vestidos de patitos, y se ha quedado tan alucinado que no ha puesto pegas para que le pusiera el disfraz (que en casa era imposible ponérselo). Pero al entrar en clase, tanto pato suelto le ha asustado, y si a esto le sumamos que han venido todos en masa a recibirnos…. Arg!!! Casi he salido yo corriendo (creo que esta noche sueño con patos persiguiéndome). En fin, que se ha puesto a llorar y no había manera de que me dejara irme.
Cómo hacer un disfraz de carnaval y no morir en el intento.
Llega carnaval y, para los que tenemos niños, supone buscar un disfraz con el que poder presumir de hijo y hacerle unas fotos.
Desde hace unos diez días en la guardería se han asignado los disfraces según las clases y a Rubén le ha tocado disfrazarse de…. POLLITO, qué mono ¿verdad? El problema aparece cuando decides hacerlo tú y no comprarlo.
Parece sencillo, pensé a primera vista. Una bolsa de basura amarilla, un gorro amarillo al que se le pega una especie de pico naranja con foam, unos leggins naranjas… y TACHAN!!! un pollito…
Pero luego empiezas. En vez de una bolsa voy a comprar fieltro amarillo y, como a la abuela le gusta coser, le cosemos una especie de saco e irá más cómodo. Luego le pego unas plumas y ya está.
Pues resulta que a Rubén no le gusta que le ponga disfraces. Ni llevar las zapatillas con un fieltro naranja encima a modo de pata de pollito y cada vez que se lo pruebo se empieza a estirar de todo intentando quitárselo a la vez que llora.
Si a esto le sumamos que ahora no encuentro un gorro ni gorra amarillo… ‘mi gozo en un pozo’. Ahora me arrepiento de haberlo intentado, ya que en el chino el disfraz de pollito me costaba menos de diez euros, tardo en comprarlo cinco minutos y lo va a tener puesto el mismo tiempo.
ÚLTIMA HORA: Al final encontré un gorro amarillo, y este es el resultado: