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Escuela de padres

Escuela de Padres
Acabo de llegar de una charla-coloquio que trataba sobre cómo influye la conducta de las padres en los hijos, que a su vez forma parte de lo que, muy acertadamente, han llamado ESCUELA DE PADRES.
La verdad es que la charla ha estado muy interesante, sólo que, cuando eres una persona con algún tinte obsesivo-compulsivo como soy yo, que cuando me preocupa un tema no soy capaz de
desconectar, y estoy erre que erre, buscando información, leyendo libros, internet, preguntando, etc… pues me ha sonado a MÁS DE LO MISMO.
Os hago un resumen:
- Que los niños imitan las conductas de los adultos, esto es, si tú le pegas cuando pega, aprende a pegar; que si eres muy competitivo, él será tan competitivo que no será capaz de relacionarse de un modo sano con la sociedad y, además, acabará frustrado, que si le gritas él te gritará,…
- Que hay que esforzarse en reforzar, pero no en exceso, las conductas positivas; cuando empieza a hacer cosas solito, cuando recoge la habitación, cuando se pone a estudiar el solo, cuando come sin levantarse de la mesa,… decirle lo bien que lo ha hecho y lo contenta que estás.
- Que las conductas negativas hay que castigarlas, entendiendo como castigo la eliminación de un privilegio, por ejemplo, nunca un castigo físico (aunque a esto hay una excepción).
- El castigo físico (entendido siempre como un cachete en el culo o en la mano), nunca justificado, sólo puede ser tenido en cuenta cuando el niño hace algo que pone en riesgo su vida, esto es, cuando se sube al alféizar de la ventana o mete los dedos en el enchufe. Y teniendo en cuenta que sólo funcionará si es algo muy EXCEPCIONAL, ya que entonces el niño se asustará.
En definitiva, sigo sin saber qué hacer para que duerma por las noches, para que pruebe el pescado, para que no se coma el papel, para que no tire las cosas al suelo diciendo ¿ah? como si se hubieran caido por obra y gracia del Espíritu Santo, cómo le explico que el que le pegue el niño gordo de su clase no es lo normal, que no se tiene que dejar, pero que no tiene que pegar a otros niños. Así es que seguiré buscando, como decía en la tapa de los yogures.
Benditas guarderías (escuela infantil)
- Benditas guarderías (escuela infantil)
A mucha gente le parece que llevar a un niño menor de un año a una guardería es… SACRILEGIO!!! y se echan las manos a la cabeza. Pues a todos esos les dejaba yo día tras día con mi angelito, que no sabe dormir solito, que sabe andar pero no le mola mucho, que come imitando los gestos del Cantajuegos porque si se da cuenta de que está comiendo no abre la boca (y entre gesto y gesto le cuelas una cucharada esquivando su mano, el brazo y encontrando la boca… GOL). En definitiva, AGOTADOR.
Ya me lo decía una amiga mía, que es educadora, «a este niño le va a venir muy bien ir al cole». Le enseñan hábitos y rutinas, que en definitiva es la vida de un bebe.
Bueno, como en todo, los principios son duros, MUY duros. Rubén no es un niño fácil, y le cuesta adaptarse, o lo que es lo mismo: ¡a llorar! Con deciros que se ha adaptado hace dos meses y lleva yendo desde Abril. Si a esto le sumamos que va tres días y está malo una semana…
Rubén empezó la guardería con 8 meses, con todo mi sentimiento de culpabilidad (que aún tengo) pero, también, con la desesperación de «o él o yo». Con un niño que tenía que estar todo el día en brazos, o llorando, que sólo duerme siestas de media hora y mal comedor, llevarle a la guardería era la única forma de descansar.
Los primeros 4 meses (Abril-Julio) prácticamente estaba más tiempo enfermo que sano, fiebre, gastroenteritis, conjuntivitis, mocos,… Le llegué a preguntar al pediatra si es bueno llevarle tan pronto y su contestación fue: «Es lo mejor, su sistema inmune madura y dentro de tres días se está comiendo platos de alubias». Pero en el último mes del curso, de repente, todo cambió: ¡empezó a dormir noches enteras!, se quedaba sin llorar y ganó peso. Y entonces cambié mi ‘Chip’. Ya no llevo a Rubén para descansar yo, le llevo porque es bueno para él, porque le aporta cosas, además de virus. Le enseñan a comer y dormir, hábitos de higiene (se sabe lavar las manos con 16 meses), está aprendiendo a ser más paciente, pinta garabatos fenomenal (tendríais que ver cómo coge el lápiz desde que tenía 12 meses),…
Me gustaría hacer mención especial a la profe de Rubén, porque creo que se lo merece. Es una chica jovencita, delgadita y que habla con mucha dulzura (me pregunto cómo será en casa?); que tiene en clase a 13 niñ@s de entre 1 y 2 años, que cuando no se sube uno a una silla, a otro le pegan, otro se mete en la boca un chupete que no es suyo… ¡qué estrés! . Todo el día limpiando mocos y cacas, pero todo el día cantando, contando cuentos e inventando juegos… eso es PACIENCIA y creo que no lo enseñan en la carrera.