El Graduado…
Contenta y triste, así es como me siento yo ahora.
Contenta porque esta tarde me he sentido como la madre de la Pantoja, al ver a mi pequeño actuar delante de un público muy entregado (que para eso los hemos ‘parío’) y sin ningún atisbo de duda en sus gestos, pues conocía perfectamente las canciones, se sabía los pasos y no ha dejado (lo cual me extraña mucho) que la vergüenza que normalmente le caracteriza aplaque sus ganas de darlo todo. Henchida de orgullo he visto cómo mi niño ha recogido su diploma de graduado sin que le temblara ni la voz mientras a mí me temblaban las pestañas.
Además, a todo esto le sumamos el éxito de crítica y público de la actuación de las mamás molonas (como yo nos he bautizado)… Empiezo a buscar manager para los bolos que tengo pensados para este verano. Una mané en la orejé y la otra mané en la otra orejé, con una nariz de payaso para camuflar nuestras vergüenzas y algún que otro paso equivocado. No ha debido estar muy mal cuando se nos ha hecho tan corto!!!
Triste porque la fiesta de hoy pone punto y final a la vida escolar de mi niño tal y cómo la conocía hasta ahora. Es el principio de una nueva etapa y como tal a mí me supone un estrés que creo que este verano me voy a quedar sin pelo sin tener que pasar por el láser ni ná. Me da mucha pena que mi hijo pierda el contacto con los que han sido los primeros amigos de su vida y me genera mucha inquietud todo el tiempo que va a tener que pasar hasta que su nueva profe le conozca como ya le conoce ‘su profe’. Lo único bueno, por ahora, es que Rubén no es consciente de este cambio y espera empezar en un cole nuevo pero con su misma profe y sus mismos amigos, ¡vaya chasco se va a llevar!.
Ains!!!