De como Woody y Jessy (que hablan) se quedaron y yo gané 50€ (que nunca cobraré)
La siguiente es la historia de como Woody y Jessy (que hablan) se quedaron y yo gané 50€ (que nunca cobraré). Por El padre.
Tras 2 noches durmiendo sin chupete, pues ‘el de la cara pintada’ se lo había llevado, y un día sin siesta pues era el día de reyes y había que recoger y probar los juguetes en casa de ‘labuela flol’, había llegado el momento de la primera siesta sin chupete.
La cosa no pintaba nada bien. Rubén estaba tan activo como si se hubiera tomado él los 2 vasos de Pesi lait, y no nosotros, cuando decidimos que había que irse a dormir la siesta. En el primer asalto Maruchi decidió quedarse con él hasta que se quedara dormido. Pero no hubo manera. El pequeño parecía haber comido lengua (en vez de su adorada sopa) y no paraba de darle conversación a su madre en vez de quedarse dormido.
Decidí tomar la alternativa antes de que tanta palabrería convenciera a su madre de cualquier cosa, pero con idéntico resultado. El niño tenía el rato parlanchín y, a pesar de que en sus propias palabras ‘estaba muy cansado’, lo únio que conseguí fueron unos cuantos ronquidos fingidos y algún que otro «Papá ya he mimido».
Casi parecía decidido que habría que abortar la operación siesta, por lo que fuimos de vuelta al sofá, dispuestos a probar una nueva técnica basada en la Imitación (Maruchi dirá que no es así, pero esta era mi intención). La idea era que si yo me quedaba dormido, seguramente Rubén se quedaría dormido al lado por pura imitación. Por intentarlo no perdía nada.
Pero la madre de la criatura decidió mandar al pequeño de vuelta a su cama, dispuesta a obligar a Woody y Jessy (que hablan), Dora (y mochila) y demás nuevos amiguitos de Rubén a hacer el petate a cambio de un chupete si era necesario. Es más. Llegó a apostarse 50€ a que Rubén no se dormiría la siesta sin el chupete.
Mientras termino de escribir estas lineas el pequeño duerme. O al menos lleva todo este rato callado y quieto en su habitación.