LA MATERNIDAD TE CAMBIA
He hablado muchas veces con amigos que tienen hijos sobre el hecho de que nadie te prepara para lo que te viene encima con la llegada del angelito, en ningún sentido, ni en el bueno ni en el no-tan-bueno. Para que eso no vuelva a pasar, yo te lo voy a contar todo… bueno, casi todo, sin sorpresa no hay emoción.
La maternidad te cambia por dentro y por fuera. Los cambios externos son evidentes y, probablemente, aunque no tengas hijos sabes lo del peso, la flacidez, las ojeras, el pecho que nunca te volverá a mirar a la cara, etc… Pero, ahora vamos a hablar de los cambios que no se ven, pero se sienten.
Hace unos días, hablando con una buena amiga que está embarazada de su primer hijo, me decía que por las tardes le da por llorar, y entonces recordé que yo me pasé los primeros cuatro meses de embarazo llorando, ¿por qué? esa es la gran pregunta, por todo o… por nada, o por las hormonas. SÍ, SÍ, son las hormonas las culpables, tú en ese momento no te das cuenta pero no hay otra explicación, esas hormonas que hacen que tu bebé siga creciendo dentro de ti, que tus músculos sean lo suficientemente flexibles para abarcarlo todo, que tus encías sangren, o que no se te caiga el pelo durante el embarazo, son las mismas que te hacen llorar por todo. Pero el verdadero problema es que esas hormonas te deben de dejar algún rastro o secuela que hace que para el resto de tu vida seas una llorona empedernida, ¡¡¡el otro día lloré viendo el final de ‘Toy story 3’!!!
Cuando eres madre aparece en ti el MIEDO, con mayúsculas, sí, el VERDADERO miedo, no el miedo a tirarte por la montaña rusa o al dentista o el miedo a….. NO, el miedo de verdad. Miedo a que tu hijo pueda enfermar, miedo a que te pase algo a ti y se quede solo en el mundo, miedo a … Cosas en las que nunca antes habías pensado, pero que ahora te vuelves mucho más catastrofista.
Cuando eres madre pierdes la vergüenza, no es que te vuelvas una ‘sinvergüenza’, es que descubres que no te importa ponerte ropa que antes no te hubieras puesto por miedo a ‘¿cómo me verán los demás?’, no te importa hablar con cualquiera en la cola del supermercado, pararte con el vecino y preguntarle por los niños, hacer amigos en el parque (me refiero a otros padres), o abrirle la puerta al cartero en pijama. Es como si por el hecho de ser madre pensaras ‘me da igual lo que pienses, soy madre!’.
Cuando eres madre descubres lo que es el estrés. Y es que si no tienes hijos no sabes lo que es el estrés, te lo puedo asegurar. Me río yo del estrés de los controladores aéreos con treinta vuelos en el aire. Llegar a cualquier sitio a una hora es prácticamente imposible, como ya he comentado en otros post, sólo el hecho de dejarle en el cole es toda una aventura, pero es que después te vas al trabajo y a hacer la compra antes de ir a recogerle, porque ¿sabes lo que es hacer la compra con él/ellos? (eso da para otro post) y el día que no hay que hacer compra te pasas por casa a tender y recoger antes de ir a buscarle, y eso cuando no tienes que echar gasolina o ir al médico tú.
Cuando eres madre ya nunca más vuelves a hablar de cómo educan los demás a sus hijos, y es que, como decía mi abuela, ‘mientras tengas hijos en la cuna, no hables de ninguna’, porque eso de pensar ‘yo nunca le voy a dejar dormir en mi cama’, ‘yo nunca le voy a llevar con los mocos colgando’, ‘yo nunca voy a ir corriendo detrás de él por El Corte Inglés’, ‘yo nunca le voy a levantar la voz’, ‘yo nunca…’,… te lo puedes tener que tragar y acabar durmiendo con tu hijo en tu cama, que lleva los mocos colgando después de estar toda la tarde corriendo detrás de él por El Corte Inglés y dándole voces para que se esté quieto. Así es que si quieres un consejo ‘VER, OIR Y CALLAR’.
Cuando eres madre ya nunca jamas vuelves a ponerte mala, no, no es que te inmunices ni nada, es que, aunque lleves los mocos colgando, te duela hasta el alma o tengas llagas por todo el cuerpo, nunca más vas a tener derecho a ir al médico, reposo o tranquilidad para tu convalecencia. Así es que ni lo intentes, el paracetamol es muy bueno para todo.
Pese a todo esto, cuando eres madre descubres lo que es el amor de verdad, tan grande como nunca lo hubieras imaginado, entiendes mucho mejor a tu madre y te das cuenta de lo injustos que somos como hijos, te vuelves mucho más sensible, menos egoísta y mejor persona, (en general, claro). Pero por mucho que yo te cuente, créeme, no te podrás hacer a la idea hasta que lo pruebes.